📸 Imagen cortesía: Markus Spiske vía Pexels
Transporte en jaque: la inseguridad que asfixia la carga en Colombia
El eco de motores que no llegan a destino resuena con fuerza, y el sector de transporte de carga en Colombia enfrenta una crisis inédita. Entre octubre de 2024 y agosto de 2025, la inseguridad ha cobrado un peaje de más de 6.300 millones de pesos, golpeando con especial fuerza la cadena logística del café y otros productos esenciales.
Durante este periodo, la Federación Colombiana de Transportadores de Carga (Fedetranscarga) ha documentado al menos 18 hurtos y dos intentos de saqueo en vías estratégicas, como la Vía La Fonda en el Patía caucano. No es casualidad: esta ruta está bajo la lupa por la influencia de la estructura Carlos Patiño, una disidencia de las FARC que ha impuesto su sombra, desviando camiones y descargando su carga a la fuerza. Arnulfo Cuervo, presidente de Fedetranscarga, alerta sobre el riesgo que corre no solo la economía regional sino también la estabilidad nacional, con miles de sacos de café expuestos a robos que difícilmente se logran esclarecer.
La problemática, sin embargo, no se limita a la pérdida de mercancías. En los corredores de Norte de Santander, Chocó y Cauca, la violencia torna el camino mortal. Más de 30 conductores han sido asesinados en 2025, mientras que 174 empresas de transporte cerraron sus puertas durante el último año, víctimas de extorsiones, bloqueos viales y el despliegue permanente de grupos armados irregulares. La presidenta de Colfecar, Nidia Hernández, describe un panorama en el que la inseguridad impide el tránsito nocturno en estos territorios, dejando a los conductores atrapados entre el miedo y la inacción de las autoridades, cuya presencia policiaca y militar resulta insuficiente para garantizar protección efectiva.
El deterioro de la seguridad en estas rutas vitales genera un vacío inquietante en la cadena logística del país, que no solo compromete el flujo de bienes sino también la vida y el sustento de quienes transportan la economía sobre ruedas. Mientras la violencia y la impunidad erosionan la confianza y paralizan la movilidad, la gran pregunta permanece: ¿podrá el Estado restablecer el orden y asegurar que las carreteras vuelvan a ser espacios de tránsito seguro y equitativo para todos?
La respuesta podría marcar el futuro de un sector que hoy pelea por no sucumbir bajo el peso de la inseguridad.