📸 Cortesía: OMS
¿Capacitar para salvar?
Este lunes 22 de septiembre de 2025, en la ciudad suiza de Ginebra, la Organización Mundial de la Salud (OMS) presentó una estrategia global que podría transformar la manera en que se atiende el aborto en el mundo. Su objetivo: capacitar a los profesionales de la salud no solo con conocimiento técnico, sino también con una mirada ética y de respeto a los derechos humanos.
La nueva propuesta se enfoca en un entrenamiento exhaustivo para médicos, enfermeras y personal relacionado, que abarca desde la formación en salud sexual y reproductiva hasta el acompañamiento emocional. Así se busca garantizar un servicio de calidad, seguro y libre de estigmas para las mujeres que decidan interrumpir su embarazo. La Dra. Pascale Allotey, directora del Departamento de Salud Sexual y Reproductiva de la OMS, señaló durante el lanzamiento que “es fundamental que los profesionales cuenten con herramientas basadas en evidencias para ofrecer una atención segura, respetuosa y exenta de discriminación”.

Este esfuerzo no nace en el vacío. Alrededor de 25 millones de abortos inseguros se producen cada año, muchas veces en entornos donde las condiciones legales restringen el acceso a servicios adecuados. La OMS alerta que estos procedimientos inseguros representan entre el 4,7% y el 13,2% de las muertes maternas a nivel mundial, cifras que hablan de una problemática que no solo es de salud sino también social. Por eso, la iniciativa busca también impulsar campañas para despojar al aborto del estigma que lo rodea, integrar servicios de atención en centros de salud primaria, y reforzar la educación en derechos sexuales y reproductivos dentro de la formación médica.
Si bien las leyes intentan limitar el aborto, la OMS recuerda que esas restricciones no detienen su práctica; en cambio, aumentan los riesgos para la vida y dignidad de las mujeres. Ante este panorama, la organización invita a los países miembros a fortalecer sus sistemas de salud con una política que respete la autonomía y promueva la justicia social. La pregunta queda abierta: ¿podrán las nuevas estrategias derribar los muros del miedo y la desigualdad que aún rodean a una decisión que es, antes que nada, un derecho humano?