La meningitis es una inflamación de los tejidos que rodean el cerebro y la médula espinal, generalmente causada por una infección. Puede ser fatal y requiere atención médica inmediata. La meningitis puede ser provocada por bacterias, virus, hongos y parásitos, siendo la bacteriana el tipo más peligroso y común.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la meningitis bacteriana es motivo de especial preocupación. Aproximadamente 1 de cada 6 personas que contraen este tipo de meningitis muere y 1 de cada 5 tiene complicaciones graves.
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Las principales bacterias responsables de la meningitis bacteriana son Neisseria meningitidis (meningococo), Streptococcus pneumoniae (neumococo), Haemophilus influenzae y Streptococcus agalactiae (estreptococo del grupo B). Estas bacterias son responsables de más de la mitad de las muertes por meningitis en todo el mundo.
Los síntomas comunes de la meningitis incluyen rigidez del cuello, fiebre, confusión, dolores de cabeza, náuseas y vómitos. Los síntomas pueden ser más fuertes en algunos tipos de meningitis y pueden requerir tratamientos diferentes.
La meningitis puede afectar a personas de cualquier edad, y los bebés a veces presentan síntomas diferentes a los adultos, como irritabilidad, dificultad para despertar, mala alimentación y rigidez o flacidez en el cuerpo.
La prevención de la meningitis se logra principalmente mediante vacunación. Existen vacunas efectivas contra algunas de las principales causas bacterianas de la meningitis, como el meningococo, el neumococo y el Haemophilus influenzae tipo B (Hib).
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El diagnóstico de la meningitis generalmente se realiza mediante un examen clínico seguido de una punción lumbar, y el tratamiento es una emergencia médica que requiere atención inmediata. Las secuelas de la meningitis pueden incluir pérdida de audición, convulsiones, debilidad de las extremidades y otras complicaciones.
Es esencial buscar atención médica inmediata si se presentan signos o síntomas de meningitis, ya que el tratamiento rápido y adecuado es crucial para mejorar el pronóstico y prevenir complicaciones graves.
