📸 Imagen cortesía Policía Metropolitana
¿Motores bajo llave en Barrio Triste?
La mañana del lunes 20 de octubre de 2025 despertó en Barrio Triste, Medellín, con un saldo inesperado: ocho capturados y 24 motores incautados. La operación relámpago que desarmó una red criminal dedicada al hurto y despiece ilegal de vehículos sacudió las entrañas del barrio y, con ellas, la esperanza de quienes anhelan seguridad.
La Policía Nacional, acompañada por la Fiscalía General y la Secretaría de Movilidad local, encabezó la intervención contra un complejo entramado criminal que ha venido erosionando la tranquilidad del centro de Medellín. Desde talleres clandestinos hasta bodegas disimuladas, esta red desmantelaba vehículos robados para vender sus piezas en el mercado negro, alimentando la sombra creciente de la economía ilícita en la ciudad.
En simultáneo, los uniformados allanaron diez puntos críticos, donde además de los motores con números de identificación alterados, recuperaron tres motocicletas y una volqueta denunciadas como robadas. Fueron impuestas 115 sanciones de tránsito y se inmovilizaron nueve vehículos por irregularidades. Un despliegue que dejó claro que la ilegalidad no solo persiste, sino que se multiplica detrás del ruido cotidiano y el bullicio urbano.
El general William Castaño, cabeza de la Policía Metropolitana, destacó la labor interdisciplinaria y el minucioso trabajo de inteligencia que permitieron desvelar los escondites de esas piezas robadas. “Este golpe estratégico intenta sofocar las redes criminales que florecen en el corazón de Medellín, un sector donde el comercio ilegal de automotores ha echado raíces profundas”, manifestó ante la prensa.
Mientras tanto, Barrio Triste sigue cautivo entre motores ilegales y la promesa aún lejana de una ciudad más segura. ¿Será esta intervención el comienzo del fin para estas redes o apenas otro episodio en un ciclo que parece repetirse sin descanso? La pregunta queda flotando en el aire, como el eco de un motor que se apaga tras dejar huella.