📸 Imagen cortesía: Presidencia de la República
¿“Maleantes” en la Casa Blanca?
Este lunes 20 de octubre de 2025, la relación entre Estados Unidos y Colombia se tiñe con un nuevo capítulo de desavenencias sin precedentes.
El día anterior, Donald Trump, presidente estadounidense, lanzó sin medias tintas una acusación frontal contra Gustavo Petro, su homólogo colombiano, a quien calificó de “maleante” y “narcotraficante”. No solo eso, responsabilizó a Petro de llevar a Colombia “al abismo”, poniendo en riesgo una cooperación que durante años había sido estratégica. Esta declaración ruda y sin precedentes ha abierto una herida profunda en la relación bilateral.
La tensión escalaría en las horas siguientes con la confirmación de operaciones militares estadounidenses en el Caribe. En esos bombardeos, destinados según Washington a desmantelar embarcaciones implicadas en el narcotráfico, murieron personas, entre ellas tres colombianos. Las autoridades estadounidenses defendieron las acciones como parte de su ardua lucha contra el narcotráfico y grupos armados ilegales como el ELN. Sin embargo, Gustavo Petro respondió con una voz firme de reproche: denunció la violación de la soberanía colombiana, el irrespeto al derecho internacional y la muerte de civiles inocentes. Petro exigió explicaciones claras desde Washington y puso en el centro del debate la legitimidad de estas operaciones.
El pulso político no se ha limitado a las palabras. Trump amenazó con congelar subsidios vitales para Colombia y endurecer aranceles, y desde su círculo más cercano circulan declaraciones inquietantes sobre la vigilancia activa que agencias de inteligencia estadounidenses estarían haciendo sobre los movimientos del presidente Petro. Por su parte, el mandatario colombiano anunció que contratará abogados en Estados Unidos para estudiar una demanda por difamación, evidenciando que piensa responder en los tribunales y en el terreno político.
Lo que podría haber sido un espacio para el diálogo diplomático entre dos aliados tradicionales se ha trasladado a las redes sociales y declaraciones públicas directas. Este intercambio ríspido y mediático ha profundizado una atmósfera impredecible y cargada de tensión, dejando a la vista la fragilidad de un vínculo que parecía sólido.
¿Podrán ambas naciones encontrar un camino hacia la reconciliación o quedarán atrapadas en un círculo vicioso de confrontación y desconfianza? Mientras tanto, en las calles y despachos, las preguntas sobre el futuro de esta alianza se multiplican.
