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PERDONAR PARA SANAR: ¿CLAVE O MITO EN LA SANACIÓN EMOCIONAL?
En Colombia, a miércoles 25 de junio de 2025, un creciente consenso entre especialistas en salud mental y prestigiosas entidades como la Clínica Mayo y la Universidad de Harvard apunta a un giro fundamental: perdonar trasciende lo moral y emerge como una herramienta vigorosa de sanación física y emocional.
Lo que parece un acto de nobleza espiritual revela un impacto tangible en la realidad cotidiana: soltar el rencor reduce el estrés, protege el corazón, atenúa la ansiedad y fortalece los vínculos personales. La evidencia científica ya no deja lugar a dudas. Y sin embargo, perdonar no es olvidar ni justificar el daño recibido. Es, más bien, un acto radical de liberación personal, un punto de inflexión en la narrativa interior de quienes han sido heridos.
En palabras de expertos ligados a la Clínica Mayo, perdonar significa tomar la firme decisión consciente de soltar el resentimiento y la amargura. No es negar el sufrimiento sino romper el encadenamiento con un pasado que impide avanzar. Aferrarse al dolor emocional puede mantenernos cautivos del sufrimiento; el perdón, en cambio, abre camino a la paz y la esperanza, subrayan.
Por su parte, un estudio llevado a cabo entre 2024 y 2025 por la Universidad de Harvard documenta cómo quienes integran el perdón en su vida diaria muestran mejoras clínicas concretas: presión arterial más baja y una percepción creciente de bienestar general. ¿Cómo se consigue este equilibrio? Los investigadores proponen un proceso en cinco etapas claras: reconocer el dolor, reflexionar sin recrear el trauma, cultivar la empatía, decidir liberarse sin borrar la memoria y redirigir el sentido de la experiencia vivida.
Desde la Clínica Mayo insisten en una idea que rompe con prejuicios frecuentes: perdonar no es signo de fragilidad, sino de fortaleza emocional y libertad. Ese acto, afirman, puede liberarnos del dominio invisible que quienes nos hirieron todavía ejercen sobre nosotros. No cambia lo vivido, pero sí transforma el presente y abre posibilidades nuevas.
En un mundo donde la violencia y el conflicto han dejado heridas profundas, la invitación al perdón plantea una pregunta inevitable: en tiempos de justicia fragmentada y heridas abiertas, ¿podrá el acto de soltar el rencor convertirse en un puente real hacia la sanación colectiva y personal? Mientras tanto, el desafío permanece intacto, tan urgente como humano.