📸 Imagen cortesía: Imagen de referencia. Andrea Puentes – Presidencia de la República
¿Colombia sin muletas internacionales?
Este viernes 24 de octubre de 2025, en Bogotá, el presidente Gustavo Petro aseguró que el reciente y abrupto recorte de la ayuda económica estadounidense no marcará un giro drástico para Colombia. Confiado, afirmó que “Colombia vive su mejor momento” y defendió una política soberana que prioriza el fortalecimiento nacional frente a los vaivenes diplomáticos.
El telón de fondo de estas declaraciones es la decisión anunciada el 19 de octubre por el gobierno de Estados Unidos, que suspendió y redujo drásticamente su cooperación financiera con Colombia. En medio de un creciente distanciamiento entre Petro y el entonces presidente estadounidense Donald Trump, quien cuestionó la colaboración de Colombia en la batalla contra el narcotráfico, se cerró la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) en el país. Los datos oficiales revelan que la ayuda pasó de 708 millones de dólares en 2023 —equivalentes a cerca de 2,7 billones de pesos colombianos— a apenas 232 millones en 2025, un recorte del 67%. Históricamente, estos recursos han sido clave para sostener programas sociales, proyectos de desarrollo rural y de seguridad.
Ante este escenario, Petro ofreció una visión optimista y clara: el fin o transformación de subsidios estatales obedece a una estrategia de autodependencia. Los apoyos remanentes se concentrarán en dos grandes grupos vulnerables: los adultos mayores, con “bonos pensionales”, y los niños menores de seis años, a través de la “Renta del Cuidado”. En simultáneo, los jóvenes —uno de los sectores más impactados— son convocados a formar cooperativas productivas que accedan a créditos avalados por el Fondo Nacional de Garantías. Según Gustavo Bolívar, director del Departamento de Prosperidad Social, la administración invertirá cerca de 500.000 millones de pesos en estas iniciativas.
Sin embargo, la calma presidencial contrasta con el inquieto murmullo de expertos y gremios sociales. Muchos advierten que el tijeretazo financiero podría erosionar avances sociales que durante años se financiaron, precisamente, con el respaldo internacional. La incertidumbre persiste sobre cómo estas medidas impactarán en realidad a las comunidades más frágiles y si la apuesta por la soberanía económica podrá sostener el desarrollo sin las redes exteriores. ¿Podrá Colombia realmente caminar sola en un territorio donde la cooperación global tejió buena parte de sus actuales cada vez más necesarios equilibrios? ¿O se avecina un vacío que ni siquiera el discurso oficial puede llenar?
Mientras tanto, el país observa y espera, navegando entre la promesa de un “nuevo momento” y los ecos de un pasado que aún pesa.
