Petro ratifica a Florián en Igualdad

📸 Imagen cortesía: Cuenta de X Juan FLorián. Imagen de referencia
¿Paridad con grietas?

Este miércoles 17 de septiembre de 2025, en medio de una polémica judicial y política, el presidente Gustavo Petro ratificó a Juan Carlos Florián como ministro de Igualdad, horas después de haber aceptado su renuncia.

La jornada comenzó abrupta. El Tribunal Administrativo de Cundinamarca suspendió provisionalmente el nombramiento de Florián por considerar que su presencia reducía la representación femenina en el gabinete a 47,37%, menos del 50% exigido por la Ley 581 de 2000, reformada en 2024 para reforzar la paridad de género. En respuesta a este fallo, Florián presentó su renuncia, que Petro aceptó en la tarde, dejando encargada temporalmente a Angie Lizeth Rodríguez, directora del DAPRE. Paralelamente, el presidente nombró a Yeimi Carina Murcia como ministra de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), lo que devolvió al Gobierno el cumplimiento formal de la ley de cuotas.

Pero la resolución y los movimientos duraron poco. Cerca de las 9:40 p.m., la Presidencia volvió a publicar la hoja de vida de Florián, oficializando su retorno al ministerio. Este giro fue interpretado por analistas y sectores sociales como una maniobra política para sortear la suspensión judicial y mantener la presencia masculina en un cargo que debe ser equitativo por mandato legal. En voz del ministro del Interior, Armando Benedetti, “Con la designación de la nueva ministra de las TIC, la demanda pierde sustento. El Gobierno cumple con la ley de cuotas”.

En público y en el gabinete, Petro defendió la ratificación de Florián, enfatizando no solo la legalidad formal sino la necesidad de estabilidad política y continuidad en la gestión. Sin embargo, la controversia revela tensiones profundas en la puesta en práctica efectiva de la paridad de género, atizando el debate sobre la letra y el espíritu de la ley. ¿Es suficiente un ajuste numérico para garantizar igualdad real o se trata solo de cumplir un requisito burocrático?

Este episodio desnuda un vacío en la construcción de una igualdad sustantiva en el poder; un desafío que sigue vigente más allá de las cifras y los titulares. Mientras tanto, la sociedad observa expectante si esta disyuntiva encontrará pronto una solución en la justicia o si la política seguirá dictando las reglas del juego. ¿Podrá la igualdad sostenerse con medidas que parecen más formales que transformadoras?

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