Pico y placa en Medellín este martes 7 de octubre: restricciones para placas terminadas en 5 y 7

📸 Cortesía: Alcaldía de Medellín
[PICO Y PLACA EN LA MIRA]
¿Un respiro o un golpe al tránsito?

Este martes 7 de octubre de 2025, Medellín y su Valle de Aburrá despiertan con la sombra ineludible del pico y placa. Desde las primeras luces, a las 5:00 de la mañana, y hasta la nocturna hora de las 8:00 p.m., cerca del 20% de los vehículos particulares y motocicletas se ven atados por una restricción que insiste en números: placas terminadas en 5 y 7 quedan en pausa.

La medida, proclamada y vigilada por la Alcaldía, no es un capricho aislado. Responde a la urgencia de aliviar la densa marea de tránsito que ahoga las calles y a la necesidad apremiante de purificar el aire, cada vez más pesado bajo el aliento industrial y urbano. Este programa no se limita a Medellín, sino que se extiende firme por los nueve municipios que forman el Valle de Aburrá —Bello, Itagüí, Envigado, Sabaneta, La Estrella, Caldas, Copacabana, Girardota y Barbosa— abarcando un territorio donde la movilidad es un reto cotidiano.

Los vehículos señalados enfrentan prohibición expresa: para los carros, el último dígito es el talismán del control; para las motos, esa mirada fija se posa en el primer número de la placa. La vigilancia no es ligera. Cámaras de fotodetección, estrategas silenciosas, aseguran que la norma se cumpla, aunque el incumplimiento acecha con pesadas sanciones económicas que pueden alcanzar hasta quince salarios mínimos diarios legales vigentes y la temida inmovilización del vehículo.

No escapan ni se salvan taxis ni motos, protagonistas constantes de la movilidad local. Todos las calles están atravesadas por esta red de regulaciones que busca equilibrar el pulso de una ciudad que late intenso y enredado.

Este pico y placa, más que una prohibición, es un espejo que refleja las tensiones de una urbe en lucha constante por respirar y avanzar. ¿Será suficiente una medida que corta circulación para desatar el flujo? La respuesta queda abierta, enraizada en la experiencia diaria de conductores, ciudadanos y autoridades. Entre el rigor de la norma y la libertad de las calles, Medellín vive otro martes marcado por una convivencia tensada entre el deseo de moverse y la necesidad de respetar límites que prometen, aunque a medias, un futuro menos congestionado.

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