Preocupante panorama del embarazo infantil en Colombia: más de 1.600 niñas de 10 a 14 años fueron madres este año

📸 Imagen cortesía larazon.bo
¿Niñas o madres? La infancia robada en Colombia

Este noviembre de 2025, una cifra estremecedora pone en jaque la protección de derechos en Colombia: al menos 1.630 niñas, entre los 10 y los 14 años, han dado a luz en los primeros siete meses del año. Un dato que no solo habla de nacimientos, sino del abuso sistemático de quienes deberían estar jugando, estudiando y soñando con su futuro.

En pleno siglo XXI, la ley colombiana es clara: toda relación sexual con menores de 14 años es delito. Sin embargo, cada uno de estos embarazos infantiles representa una falla rotunda del sistema de protección. ¿Cómo es posible que estas niñas, víctimas de abuso sexual, lleguen a convertirse en madres sin que el Estado logre evitarlo o sancionarlo eficazmente? La voz experta de Gloria Bernal, directora del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana, arroja luz: “El embarazo temprano impulsa la interrupción de los estudios: muchas adolescentes dejan de asistir al colegio, lo que perpetúa los ciclos de pobreza y exclusión”.

Aunque el embarazo adolescente —entre los 15 y 19 años— muestra una ligera disminución, la problemática continúa impactando a miles de jóvenes. En lo que va de 2025, 34.664 madres menores de 19 años han dado a luz, representando el 14,2 % de los nacimientos registrados según cifras del DANE. El acceso a la educación, el desarrollo personal y profesional de estas jóvenes se ven truncados, sellando su destino en un círculo vicioso de pobreza estructural y desigualdad social.

Este drama social no ocurre por igual en todo el territorio. Las regiones que concentran las cifras más alarmantes llevan nombres que resuenan con desafíos olvidados: Vichada, Guainía, Magdalena y Chocó. En Vichada, el 24,4 % de los nacimientos son de niñas y adolescentes, un reflejo de las desigualdades regionales que marginan aún más a las comunidades más vulnerables. Mientras tanto, departamentos como Bogotá y Cundinamarca registran tasas significativamente menores, lo que evidencia que más allá de la edad, factores socioeconómicos y geográficos condicionan estas realidades.

Esta radiografía brutal y dolorosa no solo desnuda una epidemia de embarazos infantiles y adolescentes, sino una crisis profunda del tejido social y de las políticas públicas. El sistema de protección infantil y los mecanismos de prevención aún parecen insuficientes frente a la realidad. ¿Cuándo el Estado podrá realmente ofrecer un techo seguro, una educación sin interrupciones y una infancia protegida para todas las niñas colombianas? Mientras tanto, estas cifras gritan la urgencia de respuestas efectivas y humanas frente a una infancia que no debería nacer bajo sombras tan densas.

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