Procurador respalda a Petro tras expulsión de diplomáticos israelíes

📸 Imagen cortesía: Senado de la República. Imagen de referencia
¿Diplomacia en jaque?

Este miércoles 2 de octubre de 2025, Colombia vive una nueva sacudida en sus relaciones internacionales tras la expulsión de la delegación diplomática de Israel en Bogotá, una medida firmemente respaldada por el procurador general de la Nación, Gregorio Eljach.

La decisión del presidente Gustavo Petro llegó luego de un episodio que conmocionó a la opinión pública: la interceptación por parte de fuerzas israelíes de la flotilla Global Sumud, que transportaba ayuda humanitaria con colombianas a bordo rumbo a la Franja de Gaza. Entre las detenidas están Manuela Bedoya y Luna Barreto, activistas que hoy simbolizan un conflicto revestido de tensiones políticas y humanitarias.

Gregorio Eljach, en una muestra clara de apoyo institucional, señaló que “hay que respetar las decisiones del Presidente sobre política exterior”, subrayando la exclusividad de la autoridad ejecutiva en estos asuntos y llamando a la armonía entre poderes en medio del delicado impasse. Reconoció, no obstante, las inquietudes sobre posibles repercusiones económicas y comerciales, sobre todo en sectores estratégicos como la defensa y la tecnología, pero insistió en que la Constitución es clara: el presidente es el máximo responsable de la política exterior.

El procurador también tocó un punto sensible: la reciente cancelación de la visa estadounidense de Petro. Prefirió mantener la discreción y aconsejó evitar debates públicos que puedan complicar la institucionalidad y los intereses nacionales, destacando la necesidad de manejar los asuntos con prudencia.

Este episodio agrava una ruptura diplomática que, oficialmente, data desde mayo de 2024, pero que ahora se profundiza con la expulsión de la embajada y la demanda de liberación inmediata de las activistas colombianas detenidas. La tensión no sólo incide en la esfera política, sino que deja un vacío difícil de medir en la cooperación bilateral y en la confianza erosionada entre ambos países.

Mientras tanto, surgen las preguntas: ¿podrán Colombia e Israel reconstruir puentes entre tanto desencuentro? ¿O esta crisis marcará un antes y un después en la política exterior del país? El rostro humano detrás de la diplomacia revela heridas abiertas, intereses en pugna y la incertidumbre de un futuro donde la justicia y la solidaridad deberán encontrar su propio camino.

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