Procuraduría suspende al concejal ‘Fuchi’ por 14 meses

📸 Imagen cortesía: Imagen tomada de la cuena de X del Concejo de Bogotá
¿Respeto en jaque?

Este 29 de octubre de 2025, se confirmó una sanción que pone en jaque la imagen del concejal bogotano Edison Julián Forero Castelblanco, conocido en la esfera pública como «Fuchi». La Procuraduría General de la Nación decidió suspenderlo e inhabilitarlo por 14 meses, en un fallo que resuena más allá de su caso personal y que interpela la relación entre autoridad y ciudadano.

Los hechos se remontan a la tarde del 22 de febrero de 2024, en un retén policial sobre la carrera 68 de Bogotá. Forero fue interceptado y, según el parte oficial, reaccionó con un estallido verbal contra los agentes, dedicándoles insultos como “perro” y “gamín”. Este episodio fue calificado por la Procuraduría como una falta grave cometida con dolo, pues el concejal, en función pública, estaba obligado a mantener respeto y decoro ante servidores públicos.

La sanción aún no es definitiva. Forero puede apelar ante la Sala Disciplinaria de Juzgamiento de Servidores Públicos de Elección Popular, lo que deja un manto de incertidumbre sobre su futuro inmediato en el Concejo de Bogotá. No es un simple rifirrafe; su suspensión por más de un año expone las limitaciones que enfrentan los administradores distritales frente a los superestructuras de control encargadas de supervisar el correcto ejercicio del poder.

No es la primera vez que «Fuchi» se encuentra en medio de la polémica. Su activismo suele girar entorno a la movilidad y el tránsito en la capital, donde su postura y acciones, a veces confrontacionales, han generado críticas y debates acalorados. Manifestaciones, rechazos y decisiones controvertidas conforman su historial público, en el que se mezclan la defensa férrea de ciertos sectores y la incomodidad de otros.

Este episodio invita a cuestionar cómo funcionan, en la práctica, los mecanismos de disciplina y control sobre los servidores electos. ¿Son efectivos para erradicar conductas que erosionan la confianza pública? ¿O se convierten en símbolos de un control que no siempre llega a esclarecer del todo? En medio de la expectativa, el caso de Edison Forero sigue abierto, como un espejo donde se reflejan las tensiones entre autoridad, respeto y el peso de la palabra en la esfera pública. ¿Podrá la justicia disciplinaria avanzar más allá de las sombras y hacer tangible la responsabilidad política que exige la ciudadanía?

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