Las Cruzadas toman su nombre de la cruz que llevaban los cruzados bordada en su uniforme o pintada en sus escudos y otros implementos. Este signo manifestaba públicamente que la persona había hecho el voto de “tomar la cruz”, es decir, comprometerse en una expedición en defensa de la fe católica. De este modo, el término en latín crucesignatus, que se puede traducir como “cruzado”, nombraba a una persona que estaba “bajo el signo de la cruz”.
En los comienzos de las Cruzadas, los cristianos que marchaban armados o desarmados a Tierra Santa eran conocidos indistintamente como peregrinos, y las campañas recibían nombres genéricos como “viaje a Jerusalén”, “peregrinación” o “expedición”. A lo largo del siglo XII, la diferencia entre guerreros y peregrinos desarmados se hizo más pronunciada y tanto el término “cruzados” (reservado a los guerreros) como “Cruzada” se comenzaron a generalizar a fines de este siglo. “Cruzada” se convirtió en sinónimo de peregrinación armada y de guerra santa.