Rechazo total en Envigado por brutal agresión a una mujer en vía pública

📸 Imagen cortesía Denuncias Antioquia
## ¿Hasta dónde puede llegar la violencia invisibilizada?

Envigado, 10 de noviembre. La tarde se tiñó de indignación cuando las calles cercanas a la quebrada La Ayurá y la cancha La Paloma fueron testigos de una brutal agresión contra una mujer. Un hombre, en medio de una discusión acalorada, intentó asfixiar a su pareja en plena vía pública. La escena, capturada en video y difundida rápidamente en redes sociales, sacudió a la comunidad que no permaneció indiferente.

El hecho ocurrió hacia las 5:30 p.m., en la transversal 32A Sur con diagonal 31C, un lugar que, por un instante, se convirtió en el epicentro de una violencia que se suele esconder detrás de puertas cerradas. La víctima, sostenida con fuerza por el cuello, estuvo al borde de una tragedia que pudo haber sido irreversible. Sin embargo, la intervención oportuna de un motociclista, junto a otros transeúntes, logró frenar la agresión y rescatar a la mujer, evitando lo peor. Ese acto espontáneo de solidaridad ha sido valorado tanto por las autoridades como por los vecinos, quienes prefieren la comunidad unida frente a la violencia.

Jennifer Quintero Pérez, secretaria de las Mujeres en Envigado, no dudó en condenar los hechos con firmeza: “La violencia no tiene justificación. Invitamos a la mujer víctima a acercarse a nuestras instalaciones o a las autoridades competentes para brindarle una atención integral y que este caso no sea uno más”. Su declaración no solo refleja un compromiso institucional, sino también una llamada urgente a romper el ciclo de silencio y tolerancia.

En la esfera departamental, el gobernador Andrés Rendón manifestó su preocupación y ordenó la activación inmediata de las rutas de protección y acompañamiento para la víctima. A través de la Secretaría de las Mujeres y la Patrulla, se busca garantizar el resguardo y el apoyo necesario para quienes enfrentan la violencia de género en Antioquia.

Esta agresión no es un hecho aislado bajo la cotidianidad; es un recordatorio inquietante de que la violencia machista persiste en los espacios públicos y privados. ¿Podrá la comunidad y el Estado mantenerse alerta y actuar con la celeridad que la gravedad del problema exige? Mientras tanto, la urgencia de una cultura que no tolere estas agresiones sigue siendo la deuda pendiente más urgente. La vida de las mujeres no puede seguir arriesgándose a la indiferencia ni a la demora.

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