📸 Imagen cortesía Gobernación de Antioquia
Oriente y Suroeste de Antioquia bajo vigilancia: la sombra de la violencia crece
La vida late con incertidumbre en dos rincones del departamente antioqueño. Este miércoles 11 de septiembre de 2025, la Gobernación de Antioquia, en compañía de altos mandos militares y policiales, decidió reforzar la seguridad en las subregiones del Oriente y Suroeste. ¿La razón? Un notable aumento de homicidios ligados a enfrentamientos entre grupos armados ilegales que han sembrado miedo y desasosiego.
Los datos no dejan dudas ni esperanzas simples. En el Suroeste, los homicidios subieron un inquietante 25% en lo que va del año, pasando de 162 a 203 asesinatos, un brutal recordatorio de la violencia que no cede. En contraste, el Oriente muestra una leve reprensión en los asesinatos, con una caída del 14%, pero ese dato frío no disipa el peso de 111 vidas violentamente apagadas. ¿Quiénes están detrás de esta oleada? La Policía Nacional señala que el 70% de estos crímenes se cuecen en el fuego de la disputa entre el Clan del Golfo, el ELN y las disidencias de las Farc, una lucha despiadada por controlar rutas estratégicas, microtráfico y extorsiones que destrozan comunidades enteras.
Frente a este panorama, el brigadier general (r) Luis Eduardo Martínez Guzmán, secretario de Seguridad, Justicia y Paz, encabezó la reunión que definió las cartas sobre la mesa. Entre las acciones inmediatas, destaca el incremento palpable de la Fuerza Pública en los territorios más golpeados, reforzando su presencia para proteger a los habitantes y restaurar el ya vulnerable orden público. Los esfuerzos de inteligencia y la judicialización de responsables se fortalecen, buscando no solo respuestas rápidas, sino también justicia efectiva. La voz de las comunidades no será un eco al vacío: se articulan acciones preventivas que las integren activamente. A ello se suman dos Puestos de Mando Unificado, uno para cada subregión, que operarán a diario para monitorear la calma rota y coordinar la estrategia contra las estructuras criminales que desafían al Estado.
Este escenario plantea preguntas que persisten entre la incertidumbre y la esperanza: ¿serán suficientes estas medidas para detener la espiral de violencia? ¿Logrará la institucionalidad combinar fuerza y prevención para devolver la seguridad a los habitantes? Mientras tanto, Oriente y Suroeste de Antioquia luchan contra un enemigo invisible, pero letal, en medio de un agotador pulso por la vida y la paz.