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¿Río vivo, ciudad renacida?
Este martes 4 de noviembre de 2025, Medellín abrió un nuevo capítulo para sus aguas y sus gentes: el arranque oficial de “Mi Río, Mis Quebradas”, un ambicioso plan ambiental para rescatar el río Medellín y más de 90 quebradas urbanas. La Alcaldía local, junto al Área Metropolitana del Valle de Aburrá y el Metro de Medellín, anunciaran una inversión histórica de $663.383 millones que se destinarán a transformar el paisaje hídrico de la ciudad entre 2024 y 2027.
La cifra impresiona, pero lo que realmente late es la magnitud del desafío: intervenir 30 puntos críticos de riesgo hidráulico en el río, erigir 21 nuevas obras en quebradas dispersas por la ciudad, y sumar 40 mil metros cuadrados de espacio público para que los ciudadanos recuperen su conexión con el agua. El Distrito aporta más de 366 mil millones, seguido de 282 mil millones del Área Metropolitana y otros 15 mil del Metro. Este esfuerzo conjunto responde no solo a cifras o infraestructuras, sino a vidas amenazadas por inundaciones y a un futuro incierto frente al cambio climático.
Medellín no solo trata de embellecer su entorno, sino de planificar desde las fuentes de agua, como explicó el alcalde Federico Gutiérrez Zuluaga en la presentación: “Estamos invirtiendo en prevención, mitigación del riesgo y adaptación al cambio climático. Un proyecto con sentido humano para que las familias que sufren hoy las inclemencias del agua puedan finalmente vivir en tranquilidad”. Bajo esa premisa, “Mi Río, Mis Quebradas” no es solo obra pública; vive en la idea de inclusión, gestión sustentable, y recuperación ambiental con la participación activa de comunidades locales.
Además, el programa espera crear alrededor de 1.700 empleos directos, un respiro económico y social que va de la mano con la restauración de espacios simbólicos, como el Aula Ambiental del Río Medellín. Este centro será rehabilitado para reforzar la educación y cultura ambiental, un recordatorio tangible de que la recuperación también pasa por el conocimiento y la conciencia.
¿Será posible que esta millonaria apuesta gobernamental, cargada de técnica y disposición política, logre transformar un río y sus quebradas en cauces de vida y seguridad? Medellín no solo mira su presente, sino que proyecta sostenibilidad hídrica y urbana hasta 2040, mientras reta a la naturaleza a conjugarse con la ciudad. Pero el verdadero pulso de esta historia estará en la constancia de sus habitantes, quienes entre aguas y quebradas, esperan no solo la promesa, sino el abrazo de un río vivo.
