Reino Unido borra al príncipe Andrés: símbolo de escándalo

📸 Imagen cortesía: Foto de Roméo: https://www.pexels.com/es-es/foto/guardia-real-de-pie-junto-al-edificio-1560101/
¿Fin de un príncipe?

Este jueves 30 de octubre de 2025, la residencia de Royal Lodge en Windsor fue testigo de un cambio abrupto y cargado de simbolismos: el príncipe Andrés fue oficialmente despojado de todos sus títulos y honores reales por orden de su hermano, el rey Carlos III.

La noticia, difundida por el Palacio de Buckingham, señala el cierre definitivo de una etapa marcada por controversias y escándalos. Andrés, hijo directo de la reina Isabel II, perdió su condición de “príncipe” para pasar a ser conocido simplemente como Andrew Mountbatten Windsor. Además, debió abandonar de inmediato la residencia real que había ocupado durante años.

Esta decisión llega tras semanas de creciente presión pública y política. Las nuevas evidencias y las acusaciones de abuso sexual por parte de Virginia Giuffre, vinculadas a su relación con Jeffrey Epstein, un delincuente sexual condenado, causaron un escándalo que la monarquía no pudo ignorar. La firme postura del rey Carlos III fue apoyada explícitamente por el gobierno británico y alimentada por la opinión pública, que demanda un severo giro hacia la transparencia y la responsabilidad. “Apoyamos plenamente la decisión tomada por Palacio”, declaró el primer ministro Keir Starmer en un gesto claro de respaldo institucional. Datos recientes muestran que el 91% de los británicos alberga una opinión negativa sobre Andrés, un reflejo del daño reputacional acumulado.

En términos simbólicos y legales, la medida es histórica. No hay precedentes recientes de que un hijo de reina sea totalmente despojado de sus títulos y honores. Además de perder el título de duque de York, Andrés dejó atrás honores como el de conde de Inverness, barón de Killyleagh, la Orden de la Jarretera y la Gran Cruz Victoriana. Este hecho pone en evidencia una voluntad institucional por redefinir los límites de la impunidad dentro de la familia real.

Sin embargo, más allá de la decisión protocolaria, queda la pregunta sobre el futuro de Andrew Mountbatten Windsor y el impacto en la monarquía británica. ¿Podrá esta institución preservar su relevancia y confianza pública ante tantas heridas internas? La resonancia del caso plantea una reflexión sobre responsabilidad, poder y la imposibilidad de proteger privilegios frente a la justicia.

Mientras la figura real se despoja de sus pomposos símbolos, la sociedad observa cómo se traza una nueva línea en la historia de una monarquía que, esta vez, parece enfrentar un cambio ineludible. ¿Será este el inicio del fin de una era de impunidad? El reloj de la historia sigue su marcha, ajeno a las sombras que intentan ocultar la verdad.

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