Riesgo de influenza y COVID por incendios forestales

¿Aliento en crisis? Humo, virus y salud en el filoEste 2025, mientras Colombia y partes de América encaran una temporada de incendios forestales sin precedentes, otro peligro, menos visible pero igualmente letal, pone en jaque la salud colectiva. Durante el primer semestre del año, más de 170 incendios han arrasado territorios en 103 municipios colombianos, encendiendo alertas rojas en más de 200 localidades, sobre todo en departamentos como Bolívar, Cesar y La Guajira. La calidad del aire se ha desplomado; un manto invisible de partículas contaminantes flota sobre ciudades y campos por igual. Al mismo tiempo, la incidencia de enfermedades respiratorias, como la influenza y la COVID-19, ha mostrado un preocupante repunte, multiplicando las preocupaciones en el sector salud. Es la amenaza doble del humo cargado de micropartículas y los virus que encuentran un terreno fértil para la infección lo que alarma a expertos y autoridades sanitarias. La Organización Panamericana de la Salud advierte que estas partículas no solo dañan las defensas naturales del sistema respiratorio, sino que también socavan el sistema inmunológico, facilitando contagios y agravando la sintomatología. Y no solo los incendios locales son culpables: los vientos traen consigo el humo proveniente de Canadá y Estados Unidos, extendiendo el impacto más allá de fronteras. Niños, ancianos y personas con afecciones respiratorias crónicas se encuentran en la primera línea de riesgo, enfrentando con mayor gravedad las consecuencias de esta combinación peligrosa. “El humo puede desplazarse a grandes distancias y su efecto se siente en zonas urbanas aparentemente alejadas del fuego, incrementando los casos de infecciones respiratorias”, señala un informe de la OPS, que resalta cómo lo invisible se vuelve un enemigo tangible. En la capital, Bogotá, donde el aire también registra niveles preocupantes, la pregunta surge inevitable: ¿hasta cuándo resistirá el pulmón colectivo esta sombría estación? Las autoridades intensifican los llamados a la prevención, pero la ciudadanía, cada vez más consciente, aguarda respuestas estructurales que enfrenten no solo las llamas sino también sus consecuencias en la salud pública. Mientras el humo sigue expandiéndose, la vulnerabilidad se expone sin filtros. Y la pregunta permanece: ¿podrá la sociedad respirar con alivio antes de que llegue otra temporada de fuego?

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