Saquearon comedor comunitario de la Catedral Metropolitana de Medellín, cerca de 400 personas se quedaron sin alimentos

📸 Cortesía: Arquidiócesis de Medellín
¿SILENCIO ANTE EL HAMBRE?
En la madrugada del domingo 15 de junio de 2025, un asalto sacudió la esencia solidaria del centro de Medellín. El comedor comunitario de la Catedral Metropolitana, que cada semana alimenta a cerca de 400 personas vulnerables, quedó despojado y en sombras tras un robo violento que quebrantó no solo su infraestructura sino la esperanza de quienes dependen de su ayuda.

El lugar donde se cocina y entrega alimento a niños, jóvenes, adultos mayores y familias en extrema pobreza fue violentado por desconocidos que ingresaron forzando el techo. Los ladrones no solo sustrajeron ollas, utensilios, alimentos y equipos eléctricos, sino que dañaron irremediablemente las neveras donde se conservaba la comida. El golpe fue tener que suspender la entrega de esos 400 almuerzos semanales gracias a la obra social Almorcemos con Jesús, esencial en esta urbe.

Este episodio, ocurrido entre el viernes 13 y el domingo 15 de junio, hiere la continuidad de una labor que la Catedral y sus parroquias llevan adelante desde hace años, reforzando cadenas de ayuda que alcanzan también a través de 200 mercados quincenales y asistencia alimentaria complementaria. “Nos dejaron sin nada para atender a los pobres”, reconoció con pesar el presbítero Leonardo Martínez, cabeza visible de la obra.

El vandalismo materializa una fractura social que va más allá del daño físico: erosiona la confianza en espacios que deben ser refugio y esperanza. Este robo plantea interrogantes urgentes sobre la seguridad de quienes intentan alimentar cuerpos y almas en medio de la desigualdad persistente. ¿Cómo proteger estas iniciativas cuando el desamparo se mezcla con la violencia?

Mientras tanto, la comunidad se moviliza en una ola de solidaridad para reconstruir y reacondicionar el comedor. Campañas de donación buscan rescatar una labor que, más que una cocina, es un faro de dignidad. Y aunque la infraestructura tardará en recuperarse, la inquietud permanece: en la Medellín que crece, ¿habrá lugar para el silencio ante el hambre?

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