«Se dispararon los precios»: Medellín ya está más cara que Bogotá

📸 Cortesía: Alcaldía de Medellín
MEDELLÍN SE ALZA COMO LA CIUDAD MÁS COSTOSA DEL PAÍS
¿Un espejismo económico?

En mayo de 2025, Medellín rompió esquemas al registrar un aumento en el costo de vida que superó al de Bogotá, la tradicional capital económica de Colombia. Este fenómeno no solo redibujó el mapa de la asequibilidad urbana sino que puso en el foco a una ciudad que, hasta hace poco, era vista como alternativa más accesible.

De acuerdo con cifras oficiales del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) y respaldadas por la plataforma internacional Numbeo, vivir en Medellín hoy resulta un 4,3% más caro que en Bogotá, si excluimos el costo del arriendo. El dato fue revelado el pasado lunes 9 de junio de 2025, consolidando una tendencia alcista que ha elevado el precio promedio de los alquileres en Medellín a un 7% superior al de la capital colombiana.

Los datos precisan que en la capital antioqueña el aumento promedio en los precios fue del 5,41%, por encima del 5,05% registrado a nivel nacional y del 5,26% de Bogotá. Los sectores más golpeados por esta inflación fueron los restaurantes y hoteles, con un incremento del 9%, seguidos de servicios básicos como agua, electricidad y gas (6,65%), educación (5,91%) y alimentos y bebidas no alcohólicas (5,60%).

En términos concretos, arrendar un apartamento de una habitación en el centro de Medellín cuesta en promedio 1.997.968 pesos, mientras que en zonas periféricas el precio baja a 1.535.846 pesos. Para viviendas más amplias, de tres habitaciones, el costo puede alcanzar los 3.439.751 pesos en el centro y ronda los 2.966.239 pesos cerca de las afueras. Estos valores contrastan con Bogotá, donde aunque el valor del metro cuadrado aumenta anualmente, su ritmo es menor comparado con Medellín.

Esta presión inflacionaria responde a múltiples causas. Por un lado, la alta demanda residencial empuja los precios hacia arriba. Por otro, el incremento en los costos de servicios esenciales y una oferta habitacional que no parece seguir el ritmo del crecimiento poblacional y la expansión urbana complican aún más el escenario. La percepción ciudadana se ha ido construyendo alrededor de este fenómeno: la reciente encuesta de Invamer revela que un porcentaje significativo de los habitantes siente ya el peso de este encarecimiento en su vida diaria.

Medellín enfrenta ahora un desafío doble: cómo sostener su crecimiento económico sin sacrificar la accesibilidad que la definió y evitar que la vivienda, uno de los pilares fundamentales para la estabilidad social, se convierta en un privilegio para unos pocos. ¿Será posible conjurar este encarecimiento o seguiremos ante una ciudad cuya prosperidad erosiona la posibilidad misma de habitarla?

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