📸 Cortesía: D.R.A. Redes sociales
UN FUEGO INESPERADO EN LA VIGILIA DE ESPERANZA
Este jueves 12 de junio, en las primeras horas de la mañana, un incendio devoró el altar improvisado que ciudadanos afligidos habían instalado frente a la Fundación Santa Fe de Bogotá. Un espacio de fe donde se congregaban para orar por la salud del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, quien se encuentra en estado crítico tras el atentado que sufrió el pasado 7 de junio en el barrio Modelia, en el occidente de la capital colombiana.
El altar, un mosaico de velas encendidas, flores marchitas, mensajes de aliento y figuras religiosas, representaba una trinchera de solidaridad y esperanza frente a la adversidad. Ciudadanos y simpatizantes lo mantenían vivo desde la hospitalización de Uribe Turbay, reunidos para enviar una plegaria colectiva por su recuperación. Sin embargo, la mañana de este jueves se tornó en alarma cuando la delicada estructura comenzó a arder.
Las primeras versiones indican que el fuego fue un accidente: la acumulación persistente de veladoras encendidas en un espacio reducido, sumada a materiales altamente inflamables como flores secas, papeles y cartón que adornaban el altar, provocaron la rápida expansión de las llamas. Aun así, el caos no pasó de un susto. No hubo personas lesionadas ni daños en la infraestructura clínica, gracias a la pronta intervención del personal de seguridad que utilizó extintores para controlar el incendio.
Imágenes captadas por medios y testigos sociales documentaron el momento preciso en que el altar sucumbía a las llamas, y la apresurada reacción para contener el siniestro. Muchas de las personas que diariamente encontraban en este lugar un refugio espiritual terminaron el día con una sensación de vacío y tristeza, confrontando la fragilidad de sus símbolos de esperanza.
Mientras tanto, la Fundación Santa Fe difundió un nuevo informe médico: Miguel Uribe continúa en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) en estado crítico, aunque estable en comparación con el parte anterior. Recibió dos impactos de bala, uno de ellos en la cabeza, que mantienen en vilo no solo a su familia, sino a una comunidad entera que espera noticias de su evolución.
Esta madrugada de fuego y angustia abre preguntas fundamentales: ¿hasta dónde llegará la resistencia de quienes buscan en el fervor colectivo luz en la oscuridad? ¿Será este incendio un simple accidente o una metáfora inevitable del clima político y social que envuelve al país? Aún sin respuestas claras, la vigilia prosigue, frágil pero persistente, bajo el signo de la incertidumbre.
