«Si usted va a hacer la paz, tiene que hacerla con los criminales»: Armando Benedetti sobre evento de Gustavo Petro en Medellín

📸Cortesía: Presidencia

¿DIÁLOGO O DESLINDE? LA PAZ EN MEDELLÍN BAJO LA SOMBRA DE LOS CABECILLAS
En un giro que no ha dejado indiferente a nadie, el pasado sábado 21 de junio, Medellín se convirtió en el epicentro de un debate que toca las fibras de la convivencia y la seguridad.

En el centro administrativo de La Alpujarra, el presidente Gustavo Petro encabezó un acto que reunió no solo a funcionarios y representantes oficiales, sino a rostros conocidos y temidos de la criminalidad local. La presencia de cabecillas de organizaciones delictivas, algunos trasladados incluso desde la cárcel de Itagüí, desató una polémica que reverbera desde las calles de Medellín hasta los despachos nacionales.

Entre los asistentes figuraron apodos que resuenan con violencia en la memoria colectiva: alias Douglas, Lindolfo, Pesebre, Grande Pa, Tom, El Tigre, Pocho y Naranjo. Todos ellos vinculados a estructuras que han marcado con sangre y temor al Valle de Aburrá. Este encuentro, protagonizado por el jefe de Estado y estos personajes, no fue recibido sin cuestionamientos.

El revuelo no tardó en manifestarse. El alcalde Federico Gutiérrez expresó su firme reproche, alertando sobre un paso atrás en la lucha institucional contra el crimen. ¿Es posible caminar hacia la paz en compañía de aquellos que la han mancillado?

En defensa del Gobierno Nacional, el ministro del Interior, Armando Benedetti, asumió la controversia y la explicó con una convicción tajante: “si usted va a hacer la paz, tiene que hacerla con los criminales”. Su argumento remite a una estrategia abierta y transparente para enfrentar la violencia urbana, especialmente en Medellín donde los homicidios y la inseguridad asolan barrios enteros. Benedetti enfatizó que esta administración actúa “por encima de la mesa”, diferenciándose de acuerdos previos que supuestamente se tejieron a escondidas con figuras como alias Don Berna y la Oficina de Envigado.

El ministro sostuvo que el objetivo es claro: disminuir el número de víctimas sin sacrificar el Estado de derecho ni comprometer la legitimidad presidencial. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿puede una sociedad sanar mientras comparte escenario con quienes encarnan su dolor?

La polémica abre interrogantes profundas sobre los límites de la negociación en contextos donde la línea entre la legalidad y la impunidad se vuelve difusa. En el corazón de Medellín, la esperanza y la desconfianza conviven en tensa espera de qué rumbo tomará este audaz intento por la paz.

Comparte en tus redes sociales

0 0 Votos
Puntua este contenido
Suscribir
Notificar de
guest
0 Comentarios
Más antiguo
Lo más nuevo Más votado
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios