Subsecretario de EE. UU. recuerda su historia familiar durante visita a Colombia

📸 Imagen cortesía @ChrisLandauUSA
¿Recuerdos bajo tierra, gratitud en vida?

Este miércoles 13 de agosto de 2025, Bogotá fue testigo de un acto cargado de emoción y memoria. Christopher Landau, subsecretario de Estado de Estados Unidos, se presentó con solemnidad en las honras fúnebres del senador colombiano Miguel Uribe Turbay, fallecido tras un intento frustrado de atentado que lo tuvo hospitalizado por más de dos meses. Pero aquel día, Landau no solo llevaba la voz oficial de su país; también traía consigo la historia íntima y dolorosa de una familia marcada por la huida y la esperanza.

La ceremonia se desarrolló entre la discreta solemnidad del Capitolio Nacional y el eco eterno del Cementerio Central de Bogotá. Allí, Landau rindió tributo a Uribe Turbay, cuya muerte sacudió a Colombia y mereció condena desde Estados Unidos. Pero también habló de sus propios orígenes, inscritos en Colombia por necesidad y destino. “Colombia es un país muy especial para mí”, confesó. Un refugio para su padre, quien en 1938 escapó de la Austria ocupada por el nazismo, y para sus abuelos, que encontraron en estas tierras una segunda patria donde vivir el resto de su existencia.

Fue la primera vez que Landau visitó los sepulcros de sus abuelos en Bogotá, una búsqueda que temía baldía por el olvido de la familia dispersa. Sin embargo, sus tumbas estaban intactas, guardadas por el tiempo y el respeto. “Un día muy emotivo”, dijo, sumando a su relato la gratitud hacia un país que les brindó asilo cuando el horror parecía imparable; un país que permitió que aquella historia rota empezara a sanar.

En su voz resonaron no solo palabras sino el peso de la memoria: nunca conoció a su abuelo, quien murió antes de su nacimiento, y apenas tuvo un par de encuentros con su abuela. Un vínculo tenue, que hoy cobra fuerza en la búsqueda del pasado y en el reconocimiento de un presente compartido. Esta visita oficial, que unió la tragedia de la política colombiana con la historia personal de un funcionario estadounidense, invita a pensar en la compleja relación de las familias con el exilio, la identidad y el hogar.

¿Podrá la historia, enterrada en esas tumbas, iluminar el porvenir? Y mientras tanto, Bogotá acompaña el duelo de un senador y la memoria de un hombre que llegó buscando vida donde parecía imposible.

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