Taylor Swift, reconocida por su influencia en la industria musical, ha sido una voz destacada en la lucha contra el cambio climático. La artista ha abogado por la preservación y cuidado del medio ambiente en diversas ocasiones. Sin embargo, recientemente ha surgido controversia en torno a sus prácticas personales, especialmente relacionadas con el uso de aviones privados.
Se ha vuelto viral un gráfico que muestra todos los viajes realizados por Swift en sus dos aviones privados durante el 2023. Estos viajes sumaron un total de 126,000 kilómetros, equivalente a dar la vuelta al mundo siete veces. La divulgación pública de esta información llevó a la artista a tomar acciones legales contra Jack Sweeney, un estudiante universitario que había compartido la ubicación de su jet privado, argumentando violación de su privacidad y seguridad personal.
A pesar de los esfuerzos de Swift por mantener este tema bajo control, la controversia sobre su uso de aviones privados ha ganado atención. Informes sugieren que la artista ha vendido uno de sus aviones privados, un Dassault Falcon 900, tras intensa crítica pública por su impacto ambiental. La venta, realizada el pasado 30 de enero, según registros de la Autoridad Federal de Aviación, podría haber alcanzado los 40 millones de euros, aunque se estima que el uso previo del avión por parte de Swift pudo haber reducido su valor hasta los 7 millones de dólares.
Mientras algunos de sus seguidores aplauden este aparente cambio en su postura hacia la crisis climática, otros expresan escepticismo. La reacción ante estos acontecimientos ha generado debate sobre si Swift está respondiendo a las críticas o si realmente ha adoptado una conciencia más profunda sobre el impacto ambiental de sus acciones. Esta situación pone de relieve la complejidad de reconciliar la influencia mediática con la responsabilidad ambiental en la era de las redes sociales.
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