Este viernes se cumple el tercer aniversario de la devastadora explosión en el puerto de Beirut, Líbano, un trágico evento que dejó un saldo de más de 220 personas fallecidas y más de 6.500 heridas. Sin embargo, a medida que el tiempo avanza, las esperanzas de esclarecer la verdad y llevar a los responsables ante la justicia se ven opacadas por presiones políticas que obstruyen el proceso judicial.
La explosión, ocurrida el 4 de agosto de 2020 a las 18:07 (hora local), se convirtió en una de las mayores explosiones no nucleares en la historia de la humanidad, arrasando barrios enteros de la capital libanesa. La tragedia fue provocada por un incendio que estalló en un almacén donde se almacenaban toneladas de nitrato de amonio, sin las precauciones necesarias.
El dolor y la búsqueda de justicia han sido una constante para el colectivo de familias de las víctimas, quienes durante tres años han luchado incansablemente por encontrar respuestas. Convocando a la ciudadanía, el colectivo ha organizado una manifestación especial, vistiendo de negro y dirigiéndose al puerto, para expresar su indignación hacia el Estado libanés, al cual acusan de politizar su causa y obstruir el accionar de la justicia.
Rima Zahed, una de las afectadas que perdió a su hermano Amine, un empleado del puerto, compartió su desesperación con la AFP: «Tres años después de la explosión, la justicia está bloqueada y la verdad, disimulada… Ninguna de las personas investigadas está en la cárcel».
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A pesar de las reiteradas peticiones de las familias para una investigación internacional, las autoridades libanesas han optado por rechazarla, generando acusaciones de entorpecer las indagaciones de la justicia local. La crisis económica y las divisiones políticas que enfrenta el país solo han profundizado la complejidad del proceso judicial y han incrementado la angustia de las familias de las víctimas en su búsqueda por la verdad y la rendición de cuentas.
A medida que el tercer aniversario de la explosión se conmemora, los interrogantes continúan sin respuesta. Las familias de las víctimas, junto con la sociedad libanesa, se aferran a la esperanza de que finalmente se haga justicia y se encuentre la verdad detrás de tan devastador suceso.