Terremoto en Afganistan deja más de 800 muertos

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Sangre en la montaña: el terremoto que estremeció Afganistán y dejó un país en ruinas

Una noche que no olvidarán. En la oscuridad del domingo 31 de agosto, a las 23:47 hora local, la tierra tembló con fiereza en el este de Afganistán. Con una magnitud 6,0 y un epicentro cercano a Jalalabad, en la provincia de Nangarhar, un terremoto de escasa profundidad —apenas 8 kilómetros bajo la superficie— sembró muerte y devastación en un instante.

Lo que sería un episodio más en la larga lista de desgracias para esta región se convirtió en tragedia mayúscula. Al menos 800 personas murieron y más de 2.500 resultaron heridas, según informes preliminares confirmados este lunes por autoridades afganas y organismos internacionales. La provincia de Kunar, vecina a Nangarhar, pagó el precio más alto: 610 víctimas fatales y más de 1.300 heridos, con aldeas enteras arrasadas y casas reducidas a escombros. Las montañas circundantes —Nuristán y Laghman— tampoco escaparon al desastre, golpeadas por poderosas réplicas, incluida una de 5,2 grados, que prolongaron la agonía de sus habitantes.

El sismo no solo se sintió en las inmediaciones. Kabul, la capital, y las frágiles zonas fronterizas con Pakistán se estremecieron con fuerza. Los testimonios retratan un paisaje apocalíptico: carreteras bloqueadas por deslizamientos, caminos cortados, dificultando el paso y retrasando la llegada urgente de los equipos de rescate.

“El saldo puede ser aún mayor”, advirtió Zabihullah Mujahid, portavoz del gobierno afgano, recogiendo la angustia colectiva en medio de la incertidumbre. Las labores de búsqueda y ayuda enfrentan obstáculos monumentales: infraestructura dañada, un terreno abrupto, y lluvias recientes que complican la tragedia natural con elementos climáticos adversos. Sin embargo, fuerzas humanas y técnicas, desde médicos voluntarios hasta organizaciones internacionales como la Media Luna Roja y la Misión de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA), se esfuerzan por aliviar el dolor y rescatar a quienes aún esperan respuesta.

¿Por qué un desastre de tal magnitud? La explicación técnica señala al carácter superficial del sismo, que potenció su impacto destructivo en la superficie. Pero detrás de la geología, está la vulnerabilidad de un territorio marcado por años de conflicto, pobreza y débil infraestructura, donde los muros no resisten y el sistema de alerta brilla por su ausencia. Ese cóctel convierte cada movimiento telúrico en una sentencia de muerte, y cada réquiem en un llamado a la reflexión internacional.

Este terremoto en Afganistán no solo derribó casas: desnudó un país frágil ante la naturaleza y ante sí mismo. Mientras la tierra sigue temblando, la pregunta es inevitable: ¿podrán las instituciones y la comunidad internacional reconstruir no solo muros, sino también esperanzas en medio de tanta sombra? Porque en la montaña, el silencio es apenas un preludio del dolor que queda después.

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