📸 Imagen cortesía: Imagen de referencia. Foto de Arturo EG: https://www.pexels.com/es-es/foto/persona-pies-caminando-zapatos-6611629/
¿Broncoaspiración fatal en un centro sin permiso?
Un silencio abrupto se impuso en La Calera la mañana del lunes 29 de septiembre de 2025. A las 7:36 a.m., Liam Gael, un niño de apenas 11 meses, fue entregado al centro de estimulación temprana Arkids en aparente buen estado, tras desayunar en casa. Pero apenas unas horas después, a las 10:10 a.m., una llamada desgarradora alertó a su madre: Liam había sido trasladado de urgencia al Centro de Salud local tras un episodio de broncoaspiración.
El testimonio de Mildret Narváez, su madre, conmueve por su crudeza: “Mamita, la profesora Julie se tuvo que ir con Liam al centro de salud porque broncoaspiró y se nos puso morado”. En el hospital, el doctor Mario Posada relató la desesperada lucha del equipo médico: el bebé llegó sin signos vitales, sin frecuencia cardíaca ni respiración. Durante 30 minutos intentaron la reanimación, pero el esfuerzo fue en vano. Se encontraron secreciones en las vías respiratorias, pero será la autopsia la que esclarezca las causas precisas de su muerte.
La tragedia, que ya azota a esta tranquila localidad de Cundinamarca, revela una complicación mayor: Arkids operaba sin los permisos exigidos por las autoridades, una irregularidad que pone en entredicho no solo la seguridad del menor, sino la supervisión legal de estos centros en Colombia. La familia, especialmente la abuela materna, profesional de enfermería y residente cercana, cuestiona cómo no fue llamada para auxiliar en una emergencia donde cada segundo cuenta.
Además, la voz de la madre encierra una sospecha inquietante: al revisar la lonchera, comprobó que los alimentos seguían intactos, lo que hace dudar sobre la versión dada por las educadoras en Arkids. ¿Qué ocurrió realmente en esas horas decisivas? ¿Cómo pudo suceder un episodio tan grave bajo la custodioa de un lugar no autorizado? La indignación crece, y con ella, las exigencias de respuestas claras y medidas para evitar que el vacío institucional ponga en riesgo a los más vulnerables.
Mientras la autopsia busca esclarecer lo ocurrido, la comunidad y la ciudadanía en general se enfrentan a una pregunta incómoda: ¿qué tan blindados estamos frente a la tragedia en espacios que deberían proteger y estimular a la infancia? En La Calera, el dolor de una familia refleja un problema que urge ser abordado con rigor, supervisión y humanidad. Porque detrás de cada permiso, de cada norma, hay vidas que merecen cuidado y respeto. ¿Podrán las autoridades garantizarlo a tiempo?


