📸 Imagen cortesía: Captura de pantalla. Video tomado de la cuenta de X de la Casa Blanca
¿Guerra sin fronteras?
Este martes 28 de octubre de 2025, en Japón, el expresidente estadounidense Donald Trump defendió con vehemencia una ofensiva militar que lleva meses desarrollándose en aguas cercanas a Venezuela y Colombia.
Desde agosto pasado, la Armada de Estados Unidos ha destruido al menos catorce embarcaciones en el Caribe y el Pacífico, con un saldo doloroso de 57 civiles muertos. El despliegue del portaaviones USS Gerald Ford y el anuncio del secretario de Defensa Pete Hegseth de que la campaña “continuará día tras día” evidencian que no se trata de un operativo pasajero, sino de una estrategia militar decidida a extirpar lo que califican como “narcoterroristas”, equiparando a los cárteles con grupos terroristas como Al Qaeda.
Trump, frente a sus tropas, desestimó las críticas demócratas que calificaban las embarcaciones atacadas como meros pescadores. “Los submarinos no pescaban, sino que transportaban drogas suficientes para matar a 25.000 estadounidenses por sobredosis”, sentenció. Con estas palabras, el exmandatario reafirma una narrativa beligerante que legitima acciones extraterritoriales y operaciones militares en aguas internacionales bajo el argumento de la lucha antidroga, una política que trasciende la tradicional frontera entre narcotráfico y terrorismo.
Aunque no detalló planes concretos, Trump sugirió la posible ampliación de la ofensiva hacia territorios terrestres en Venezuela o Colombia para cortar el flujo de drogas “por tierra”. Este anuncio añade una capa de incertidumbre y tensión a una región ya convulsa.
Las reacciones no tardaron en llegar. Los gobiernos de Venezuela y Colombia denuncian una violación a su soberanía y un riesgo inminente de escalada militar. La ofensiva estadounidense, lejos de ser un asunto aislado, despierta interrogantes sobre la soberanía regional, el costo humano y la efectividad de una política que desde la perspectiva local —y más allá— provoca incertidumbre y alarma.
¿Se trata solo de un combate contra el narcotráfico o una reactivación de una vieja doctrina de intervencionismo? La respuesta, mientras tanto, permanece suspendida en un mar agitado por balas y palabras.¿Podrá esta guerra sin fronteras detener el flujo de drogas sin erosionar la estabilidad regional? La pregunta permanece abierta, como la incógnita de quién pagará finalmente el precio más alto.


