Una cría de ocelote busca regresar a su hábitat en el Valle de Aburrá

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¿Rescate o resistencia silvestre?

Una cría de ocelote, apenas tres meses y 1,7 kilos, fue entregada al Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación (CAVR) del Valle de Aburrá en octubre de 2025. Alejada de su selva y ecosistema, la pequeña felina llega como símbolo de una lucha que persiste: el tráfico y la tenencia ilegal de fauna silvestre.

Con signos visibles de estrés —conjuntivitis leve y diarrea—, la cría muestra aún su instinto indómito, esquivando a quienes la rodean. Andrés Gómez, supervisor del CAVR, recuerda con énfasis: “Separar a un animal de su entorno no solo amenaza su vida, también descompensa todo un sistema natural.”

Este episodio desnuda una realidad compleja donde la convivencia humana y la fauna silvestre tropieza con malentendidos, miedo y, por supuesto, el negocio ilícito que les roba vida. Entre mitos de peligro para el ganado y la ignorancia que alimenta la captura ilegal, animales como el ocelote quedan atrapados en redes que destruyen biodiversidad.

Autoridades ambientales y Policía Nacional reconocen que el contrabando de especies es una amenaza evidente para Colombia y su riqueza natural. Solo en 2025, el CAVR ha recibido cinco casos de ocelotes en similares circunstancias, un índice que alarma y obliga a repensar la relación que tenemos con lo salvaje.

Mientras la cría pelea por sanar y regresar a su origen, la pregunta queda vibrante en el aire: ¿seremos capaces de proteger lo que la naturaleza confió a nuestro cuidado, o seguiremos alimentando el apagón de su presencia? El Valle de Aburrá observa, y con él, la esperanza.

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