VIVIR CON CALMA: HÁBITOS QUE RECONFIGURAN NUESTRO BIENESTAR
En medio del ruido imparable y la vorágine digital, la calma se convierte en refugio.
Este 2025, el mundo reconoce que el bienestar no surge de avances tecnológicos imponentes ni de esquemas de autooptimización radical, sino de gestos sencillos que abrazan la lentitud y el cuidado personal. Desde Asia hasta América Latina, millones transforman sus vidas con hábitos que muchos llamarían mínimos, pero que evidencian una revolución silenciosa en cómo entendemos la salud y la felicidad.
Caminar sin música, desconectar de las pantallas, dormir con calidad, comer con moderación y cultivar vínculos sociales se perfilan como los pilares de esta nueva forma de vivir. Inspirados en las “Zonas Azules” —lugares como Okinawa o Nicoya donde la longevidad y el bienestar no son excepción sino norma—, estos hábitos regresan a lo esencial: el cuerpo en movimiento pausado, la mente en atención plena y el corazón en comunidad.
El informe Global State of Health & Wellness 2025 de NielsenIQ, publicado el 5 de junio, confirma esta tendencia global: un 70 % de los consumidores se declara proactivo en su salud; un 57 % prioriza envejecer con calidad más que hace cinco años; y el 55 % está dispuesto a invertir más en nutrición y autocuidado. Además, el 82 % demanda transparencia en los productos que elige, confirmando que el bienestar va más allá del individuo, hacia un compromiso ético y consciente.
Pero, ¿por qué este giro hacia la calma? En palabras de expertos en salud pública, la sociedad contemporánea vive una saturación informativa y ritmos que erosionan el equilibrio emocional. Cada pequeño hábito —como la práctica del ‘silent walking’, caminar sin distracciones digitales— puede parecer mínimo, pero es un acto de resistencia contra la aceleración y el estrés persistente.
Este fenómeno configura una pregunta abierta para las instituciones y para cada persona: ¿será posible sostener este bienestar que nace de la calma en un mundo que no para? Mientras tanto, millones ya caminan despacio, dejándonos una valiosa lección: a veces, menos ruido es más vida.
