📸 Cortesía: captura de pantalla X Presidencia de Colombia
¿TRAICIÓN EN EL GABINETE?
Martes 17 de junio de 2025, Casa de Nariño. Una noche que parecía rutinaria en el Consejo de Ministros se tornó tensa y reveladora. El presidente Gustavo Petro emitió un severo llamado de atención a su equipo, cuestionando la ejecución del presupuesto público en las regiones del país y cuestionando públicamente la alineación de varios ministros con la agenda presidencial.
El detonante fue la presentación de Natalia Molina, directora del Departamento Nacional de Planeación, quien exhibió infografías sobre la inversión pública desde 2010 hasta 2025. Los datos mostraban con crudeza cómo regiones privilegiadas como Antioquia, Bogotá y Cali continúan acaparando la mayor parte del presupuesto, mientras que territorios históricamente olvidados, como Chocó y Guainía, apenas reciben recursos suficientes. Ante estas imágenes, Petro no pudo ocultar su frustración y emitió un juicio crítico: El mapa debería ser distinto, la paz de Santos prometía cambios y ustedes, ministros, no los han materializado.
La crítica presidencial fue implacable y se dirigió con dureza a sus colaboradores. Sostuvo que la inversión pública se mantiene anclada en patrones de hace medio siglo, contribuyendo a perpetuar la desigualdad social que el Gobierno dice combatir. ¿Por qué persiste esta desigualdad? En parte, por este manejo inercial y la falta de compromiso. Este Gobierno que se proclama de izquierda no puede permitirse estas fallas por pereza o agendas paralelas de sus funcionarios, advirtió.
Este reproche no solo subraya un descontento, sino que pone en evidencia una fractura interna profunda en el Ejecutivo. No es solo un llamado a corregir cifras, sino a repensar el compromiso político y ético con las regiones más vulnerables, a replantear la acción estatal para que realmente beneficie a quienes han sido históricamente marginados.
¿Qué consecuencias traerá este choque? El país observa con atención si esta ruptura interna llevará a una real transformación o si, una vez más, los discursos quedarán en palabras que no logran desarraigar las prácticas arraigadas. Mientras tanto, las regiones pobres continúan esperando que el presupuesto hable de justicia social y no de privilegios. La política presupuestal permanece en la encrucijada de ¿acciones sinceras o traiciones disfrazadas?