Armando Benedetti Asumirá como delegado de las funciones presidenciales mientras petro viaja a la posesión de Noboa

¿Un interinato bajo luces y sombras?

Este viernes 23 de mayo, en medio de la agitación política que siempre circunda a la Presidencia de Colombia, **Gustavo Petro** tomó una decisión que trasciende su agenda personal: delegó las **funciones presidenciales** de manera interina a su ministro del Interior, **Armando Benedetti**, para ausentarse del país.

Será desde el sábado 24 hasta el lunes 26 de mayo de 2025 cuando Petro viaje a **Quito, Ecuador**, para asistir a la ceremonia de posesión del presidente reelecto ecuatoriano, **Daniel Noboa**. Esta ausencia fue formalmente notificada al Senado de la República a través de una carta dirigida a Efraín Cepeda, presidente del Congreso, marcando así el inicio de un interregno efímero pero significativo en la conducción del Ejecutivo.

La Constitución colombiana establece con claridad que la persona en quien se delegan las funciones presidenciales debe compartir militancia con el presidente. En ese marco, la designación de **Armando Benedetti**, integrante de **Colombia Humana**, fue refrendada mediante un decreto oficial y comunicado públicamente al Congreso. Así, Benedetti asume un abanico amplio de responsabilidades constitucionales, que incluyen desde la capacidad de sancionar o objetar leyes hasta la facultad de convocar sesiones extraordinarias del Congreso, autorizar honores de gobiernos extranjeros a funcionarios colombianos, e incluso declarar estados de excepción o destituir gobernadores y alcaldes—excluyendo, sin embargo, la dirección de las relaciones internacionales.

Si bien los aspectos legales y formales de la delegación parecen claros, la figura de **Benedetti** no está exenta de controversias. Su pasado está salpicado por investigaciones disciplinarias y fiscales, además de episodios mediáticos que han marcado su gestión como embajador. Esta trayectoria genera incertidumbre y diversas opiniones en el ámbito político y la opinión pública, que ahora se preguntan si esta decisión provocará tensiones o servirá para fortificar la gobernabilidad durante estos días.

Mientras Petro cumple una agenda internacional que no puede postergar, queda en manos de Benedetti un mandato temporal que exige equilibrio y prudencia. ¿Podrá ejercer su autoridad sin que las sombras del pasado erosionen la confianza en el Ejecutivo? La respuesta, quizás, se irá delineando entre los reflejos de estos días.

Pero, más allá de nombres y cargos, esta breve transición interpela al sistema político colombiano: ¿qué tan preparada está la maquinaria estatal para enfrentar vacíos de poder transitorios sin que la incertidumbre se cuele en la cotidianidad democrática? El país observa atento, aunque por ahora, el interinato es solo eso: un lapso de poder prestado, bajo lentes críticos y expectativas encontradas.

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