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¿Dormimos pero no descansamos?
En Colombia, el cansancio crónico ha dejado de ser una queja ocasional para convertirse en un mal silencioso que erosiona la salud de miles. Este miércoles 12 de junio, expertos en salud mental y neurociencia alertan sobre una realidad que afecta tanto al cuerpo como a la mente: la falta de un sueño verdaderamente reparador, a pesar de la creciente información disponible.
Más del 60 % de los colombianos sufren de mala calidad de sueño, según datos recientes de la Asociación Mundial del Sueño. Las causas, prevenibles y a menudo inadvertidas, se esconden en hábitos tan cotidianos como el abuso de pantallas antes de acostarse, horarios erráticos y la ausencia de rituales que ayuden a desconectar. Este fenómeno, que se ha acentuado en la era pospandemia, golpea con especial fuerza a jóvenes y adultos mayores, quienes enfrentan un aumento palpable en trastornos como la ansiedad y la depresión.
La doctora Eliana Méndez, psiquiatra experta en higiene del sueño, recalca un punto que solemos pasar por alto: “Dormir ocho horas no es sinónimo de descanso si el cuerpo y la mente no logran desconectarse del estrés acumulado. Aprender a descansar implica atender el descanso físico, mental, emocional e incluso social”. Esta reflexión cobra eco en recientes estudios internacionales que vinculan el estrés crónico y el insomnio con una fatiga que deteriora el desempeño laboral, el aprendizaje y las relaciones humanas.
En este complejo escenario, el mensaje es claro pero exigente: el descanso profundo no es un privilegio ni una casualidad, sino un hábito cultivable. Cinco prácticas esenciales surgen como antídoto: mantener horarios regulares para acostarse y levantarse, incluso en días libres; desconectarse de cualquier pantalla al menos una hora antes de dormir para permitir a la melatonina hacer su trabajo; y tres más que invitan a reencontrar ese arte perdido de la pausa y la renovación.
La pregunta queda en el aire: ¿podrá la sociedad colombiana revertir este desgaste silencioso y adoptar cambios tan simples como poderosos? Porque dormir sí, pero descansar de verdad, es otra historia.


