Huracán Melissa alcanza categoría 5 y se dirige a Jamaica con fuerza histórica

📸 Cortesía: NASA
¿Melissa, viento de furia silenciosa?

Este lunes 27 de octubre de 2025, el Caribe vive con angustia la escalada de un huracán que desafía toda previsión: Melissa ha alcanzado la categoría 5, la más devastadora en la escala Saffir-Simpson, poniendo en jaque a Jamaica, Cuba y sus vecinos.

En la tarde, las mediciones oficiales del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos registraron vientos sostenidos de hasta 260 kilómetros por hora, una velocidad que no solo arrasa con lo que toca, sino que camina lento, muy lento, hacia la costa sur de Jamaica. A apenas 5 a 7 kilómetros por hora, su avance tortuoso impone una amenaza prolongada y creciente. La madrugada del martes 28 será una línea divisoria: el momento en que Melissa podría tocar tierra, con todo lo que ello conlleva.

Este huracán, más que un fenómeno meteorológico, es un recordatorio brutal del poder indomable de la naturaleza. Categoría 5 significa destrucción inminente, con marejadas ciclónicas que pueden llegar a los cuatro metros—esperando anegar las costas—y lluvias que superan a menudo el medio metro de intensidad. Jamaica podría recibir hasta un metro de agua en forma de lluvia, el sur de La Española no esconde su vulnerabilidad, y el oriente cubano también se prepara para lo peor. La lenta marcha del huracán multiplica riesgos: las comunidades atrapadas enfrentan no solo el viento, sino el agua que se desploma con insistencia, el deslizamiento de tierras ancestrales, y el apagón que priva de comunicación y auxilio.

Las autoridades de la región no han tardado en reaccionar. Evacuaciones masivas están en curso, el cierre de vías, escuelas y servicios públicos condiciona el día a día. Sin embargo, detrás de las cifras y protocolos está la incertidumbre que acompaña a una crisis que no se puede dominar del todo. ¿Cuáles serán las pérdidas? ¿Qué relatos de pérdida y supervivencia emergen cuando Melissa termine su paso?

En un contexto donde el Caribe es golpeado con más fuerza y frecuencia, Melissa no es solo un ciclón; es parte de una sequía de certezas que erosiona la tranquilidad colectiva y reclama la urgencia de respuestas. El reloj avanza, la gente se protege, y la pregunta del futuro se impone: ¿cómo reconstruir sin olvidar que, quizás, la naturaleza reclama un nuevo pacto con la humanidad?

Comparte en tus redes sociales

0 0 Votos
Puntua este contenido
guest
0 Comentarios
Más antiguo
Lo más nuevo Más votado
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios