Se agrava el escándalo: Racero y la sombra del clientelismo en el SENA
Un silencio que habla más que mil palabras.
El viernes 23 de mayo de 2025, en medio de la rutina informativa, emergió una tormenta que sacude la veintena y más allá: el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), una institución emblemática para la formación técnica y la equidad social en Colombia, quedó envuelta en un nuevo capítulo de sospechas. El protagonista inesperado: el congresista David Racero, figura destacada del Pacto Histórico y representante a la Cámara por Bogotá, ahora bajo la lupa por su presunta implicación en una trama de reparto irregular de cargos dentro del SENA.
Lo que se sabe hasta el momento es el eco contundente de registros comprometidos: audios y chats de WhatsApp, dados a conocer por el programa El Reporte Coronell en La W Radio, que exhiben conversaciones privadas entre Racero y Jorge Londoño, entonces director de la entidad y miembro de la Alianza Verde. En estas voces grabadas se entrelazan instrucciones claras y directas, donde Racero urge a “colocar encargado esos cargos, sacar los que están en ese momento y poner los nuestros”, señalando además la necesidad de que los nuevos funcionarios sean “de la causa”, allegados o vinculados previamente al SENA. Entre los nombres mencionados destaca el del médico y político José Luis Mayorca, tío del congresista y supuesto beneficiario de esta red de influencia.
Este entramado no es un esfuerzo aislado ni improvisado. La evidencia describe un método sistemático distribuido en tres fases: primero, la **selección de candidatos afines**; después, la presentación formal de hojas de vida ante la entidad; y finalmente, la convocatoria y realización de concursos que legitiman, en apariencia, la designación en subdirecciones regionales, particularmente en el departamento del Cesar. El mensaje parece claro: la política local, en sus brazos institucionales, puede doblegarse para sostener favores y lealtades.
La gravedad de estas revelaciones provocó que la Corte Suprema de Justicia solicitara ampliar la investigación, requiriendo nuevas pruebas para esclarecer no solo la participación de Racero, sino también las posibles implicaciones de terceros involucrados en esta red. Aunque aún quedan varias incógnitas por resolver, lo indiscutible es que la confianza en la gestión pública vuelve a verse erosionada por sombras que insisten en prolongarse.
Mientras tanto, Colombia observa con creciente inquietud cómo los mecanismos que deberían garantizar transparencia y mérito en una entidad fundamental para la educación técnica se ven comprometidos por prácticas que evocan las palabras más temidas en la política: clientelismo y tráfico de influencias. ¿Podrá esta investigación abrir una puerta hacia la responsabilidad o se diluirá en el acostumbrado juego de sombras y silencios?
La ciudadanía espera respuestas. El SENA, institución vital para miles, merece algo más que rumores y fragmentos ocultos entre mensajes digitales. La apuesta es clara: recuperar la integridad o resignarse a que el poder interno siga dictando quién entra y quién queda afuera. Pero, sobre todo, que no se borren las voces de aquellos que desean un SENA libre de cadenas invisibles.