Se quedó dormido en servicio: patrullero en Bogotá fue condenado a 6 meses de prisión

📸 Imagen cortesía simonmayer
¿Somnolencia que cuesta cara?

En la madrugada del 2 de julio de 2025, en la estación de Policía de Kennedy, Bogotá, el patrullero Ramírez Delgado cedió al sueño durante su turno de vigilancia. Este sencillo acto, aparentemente inofensivo, desencadenó una condena que el 10 de octubre de ese mismo año le impuso seis meses de prisión por abandono del puesto. La Juez 1302 de Conocimiento dictó sentencia ejemplar, marcando una línea rigurosa en el cumplimiento del Código Penal Militar ante faltas que ponen en riesgo la seguridad pública y la integridad institucional.

La Fiscalía General Penal Militar y Policial, tras una investigación minuciosa, concluyó que Ramírez Delgado no solo se durmió, sino que dejó desprotegido un sector clave de la capital colombiana, un vacío que podría haber tenido consecuencias graves. “La labor investigativa fue determinante para documentar que el patrullero se encontraba durmiendo, dejando en vulnerabilidad la seguridad del puesto”, afirmó la Fiscalía en un comunicado oficial, subrayando la gravedad del abandono en un contexto de alta sensibilidad estratégica.

El proceso no tardó en avanzar. Gracias a la coordinación entre Policía Judicial y Fiscalía, se alcanzó un preacuerdo formalizado el 21 de agosto de 2025, que aceleró el fallo condenatorio del 10 de octubre. La sentencia —una pena privativa de libertad— es contundente y responde a la legislación penal militar con firmeza y sin concesiones, un mensaje claro sobre la tolerancia cero frente a negligencias operacionales.

No es un caso aislado. En julio de 2025, la misma Fiscalía confirmó la condena a Tomás Pérez Libreros, soldado bachiller, sorprendido dormido en una base militar de Norcasia (Caldas), custodiando vías estratégicas cercanas a la planta de Isagen. Dos episodios que alimentan la reflexión sobre la disciplina y vigilancia en zonas que demandan máxima atención.

¿Podrá la justicia militar, en medio de tanta presión y riesgos, garantizar una seguridad sin fisuras? Mientras tanto, la ciudadanía observa con expectativa cómo se dilucidan los límites entre la responsabilidad institucional y el error humano. El sueño, en estos escenarios, puede costar más que horas de descanso; puede costar la confianza y la seguridad misma.

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