El Día Mundial del Braille, celebrado el 4 de enero desde 2019, establecido por la ONU, busca crear conciencia sobre la importancia de este sistema como medio de comunicación para la plena realización de los derechos humanos de las personas con alguna discapacidad visual.
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Según la Organización Mundial de la Salud, hay alrededor de 36 millones de personas que perdieron la vista y 216 millones con discapacidad visual moderada o grave en el mundo. Estas personas enfrentan mayores desafíos para acceder a la educación y al empleo.
El sistema braille consiste en celdas de seis puntos organizadas en una matriz de tres filas por dos columnas. Estos puntos, dispuestos de arriba abajo y de izquierda a derecha, representan letras, números, signos de puntuación, grafía científica, símbolos matemáticos y música. Con 64 combinaciones posibles, también incorpora signos diferenciadores para mayúsculas, bastardillas, números y notas musicales.
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Además de utilizarse para la lectura de libros y publicaciones, el braille se encuentra en objetos cotidianos como latas de refresco con fechas de caducidad, cubos de Rubik y una variedad de productos como tatuajes, anillos, ropa de bebé, bolsos y pastilleros. Este sistema desempeña un papel crucial como medio de comunicación para las personas con discapacidad visual.
La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad reconoce el Braille como un medio de comunicación relevante en contextos como la educación, la libertad de expresión y opinión, y el acceso a la información y la comunicación escrita. En este contexto, iniciativas como la producción de libros educativos en español por parte de Tiflolibros, con fondos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), contribuyen a hacer que el conocimiento sea accesible para las personas con discapacidad visual.